por Eduardo Requesens
Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Facultad de Agronomía, Azul (provincia de Buenos Aires)
Resumen
Thomas Khun visualiza el progreso científico como una sucesión de ciclos recurrentes en los que un determinado paradigma atraviesa por cuatro etapas características: 1) predominio absoluto, 2) puesta en duda, 3) crisis de confianza y 4) reemplazo por otro nuevo paradigma. En el marco de esta visión, es posible analizar el desarrollo de las ciencias agropecuarias en los últimos 50 años a la luz de la evolución de los dos paradigmas que prevalecieron durante este periodo: el paradigma de la revolución verde y más recientemente el paradigma de la agricultura sustentable. En el presente trabajo se describen los principales aspectos de cada uno de ellos y se interpreta la situación actual como un estado de pugna paradigmática cuya transición hacia una nueva etapa de normalidad científica admite al menos tres hipótesis alternativas: a) la continuidad del modelo de la revolución verde, b) su reemplazo por los principios de la agricultura sustentable, y c) la integración de ambos paradigmas.
Title
The development of agricultural sciences under the model of Thomas Khun
Abstract
Thomas Khun conceived the scientific progress as a succession of cycles where a determined paradigma across four characteristic stage: 1) absolute predominance, 2) doubt, 3) crisis of confidence, and 4) substitution by another paradigma. In this context, is possible analyze the development of agricultural sciences along last 50 years through the evolution of two paradigms prevailing during this period: green revolution paradigm and sustainable agriculture paradigm. In the present work, the principal aspects of each paradigm are described. The situation actual is interpreted as a conflict between paradigms whose transition toward a state new of scientific normality admit at least tree alternative hypothesis: a) continuity of green revolution model, b) substitution by principles of sustainable agriculture, and c) integration of both paradigms.
El modelo de Thomas Khun
Para Thomas Khun, destacado filósofo de las ciencias que a principios de los años ’60 editó el libro La estructura de las Revoluciones Científicas, el progreso científico opera a través de ciclos que se reiteran a lo largo de la historia. En cada uno de estos ciclos se suceden cuatro etapas características: 1) la etapa de ciencia normal, 2) la aparición de anomalías y la emergencia de descubrimientos científicos, 3) las crisis y la emergencia de nuevas teorías científicas y 4) la revolución científica como respuesta a las crisis (Khun, 1992).
Durante la etapa de ciencia normal la investigación está basada en una serie de realizaciones científicas previas que la comunidad científica adopta como contexto fundamental para su práctica posterior. Estas realizaciones, de amplio reconocimiento en el mundo científico, proporcionan los modelos de problemas y soluciones a los investigadores y se las denomina “paradigma”. Estos incluyen leyes, teorías, aplicaciones e instrumentaciones, y a partir de ellos se generan tradiciones particulares de investigación científica. Los paradigmas obtienen su status como tales, debido a que tienen más éxito que otras propuestas alternativas para resolver los problemas que la comunidad científica ha detectado como relevantes. Durante la ciencia normal hay un intento de obligar a la naturaleza a que encaje dentro de los límites preestablecidos y relativamente inflexibles que proporciona el paradigma. Los fenómenos que no encajan dentro de esos límites, frecuentemente son negados o descartados. A pesar de estas restricciones, condicionadas por la excesiva confianza en un paradigma, éstos resultan esenciales para el desarrollo de las ciencias. La investigación científica normal va dirigida a la articulación (y profundización) de aquellos fenómenos y teorías que ya proporciona el paradigma, aumentando la precisión y el alcance de su aplicación.
En el transcurso de un periodo de ciencia normal es común que se perciban de anomalías cuando la aparición de ciertos problemas pone en evidencia la incapacidad del paradigma vigente para resolverlo. Así, emergen los nuevos descubrimientos científicos acompañados por una tendencia creciente a la exploración más o menos prolongada en la zona de anomalías. Esto último puede conducir a cambios de las categorías y procedimientos del paradigma, una cuestión que muchas veces es motivo de una fuerte resistencia por parte de la comunidad científica. Esta resistencia es una manera de asegurar que el derrumbe de un paradigma no es tarea sencilla y que solamente en el caso de que las anomalías penetren hasta el fondo de los conocimientos existentes pueden conducir a un cambio de paradigma. Recién cuando una anomalía llega a representar algo más que otro enigma de la ciencia normal, se inicia la transición a la crisis y a la ciencia fuera de lo ordinario.
El surgimiento de nuevas teorías exige la destrucción de paradigmas preexistentes en gran escala y la ocurrencia de cambios importantes en los problemas y las técnicas de la ciencia normal. Por ello, es precedido generalmente por un periodo de inseguridad profesional profunda generada por el fracaso persistente de la ciencia normal para resolver los problemas. El fracaso de las reglas existentes es lo que sirve de preludio para la búsqueda de nuevas reglas. El significado de las crisis es la señal de que ha llegado la ocasión para re-diseñar los instrumentos de la ciencia. Una vez que ha alcanzado el statusde paradigma, una teoría científica se declara inválida sólo cuando se dispone de un candidato alternativo para que ocupe su lugar. La decisión de rechazar un paradigma implica, simultáneamente, la decisión de aceptar otro, y el juicio que conduce a esa decisión involucra la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y entre ellos.
La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un proceso de acumulación, al que se llega por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es más bien una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos. Reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma. La reorientación de la ciencia mediante un cambio de paradigma es un proceso que involucra manejar el mismo conjunto de datos anteriores, pero situándolos en un nuevo sistema de relaciones concomitantes al ubicarlos en un marco diferente. La transición consiguiente a un nuevo paradigma constituye para Khun una revolución científica. Las revoluciones científicas son consideradas como episodios de desarrollo no acumulativo en a través de los cuales un antiguo paradigma es reemplazado, parcial o completamente, por otro nuevo e incompatible.
El marco histórico de los paradigmas en pugna
Utilizando como modelo la propuesta de Khun, es posible analizar el desarrollo de las ciencias agropecuarias en los últimos 50 años a la luz de la evolución de los dos paradigmas que marcaron el camino durante este periodo: el paradigma de la revolución verde y más recientemente el paradigma de la agricultura sustentable. El surgimiento de la llamada revolución verde como parte de la revolución tecnológica que siguió a la Segunda Guerra Mundial, marcó una etapa de ciencia normal en agronomía, que abarcó aproximadamente las décadas del ’60, ’70 y ’80. En esta última década, los problemas ambientales y socio-económicos derivados de la intensificación agrícola se tornaron notoriamente evidentes, conduciendo a una alarmante acumulación de anomalías. Este fenómeno impulsó el surgimiento de los principios de la agricultura sustentable como alternativa a las prácticas de la revolución verde, iniciando una etapa de revolución científica a la que estamos asistiendo actualmente (figura 1).
De acuerdo al modelo de Kuhn, en los próximos años deberíamos entrar en una nueva etapa de ciencia normal cuyas características dependerán de cómo se resuelva la pugna entre el paradigma de la revolución verde y el paradigma de la agricultura sustentable. Antes de intentar responder a este interrogante es necesario repasar, al menos sintéticamente, los principales aspectos de cada uno de ellos en lo que hace a la investigación, el desarrollo tecnológico y la formación profesional.
Enfoques académico-científicos de la revolución verde y la agricultura sustentable
Durante la etapa de ciencia normal dominada por la revolución verde, los objetivos de la investigación y desarrollo estuvieron orientados hacia la búsqueda de paquetes tecnológicos de aplicación generalizada, destinados a maximizar la producción por unidad de superficie. El principio básico sostiene la necesidad de manipular el ambiente para adecuarlo a cultivares desarrollados en condiciones ideales, de modo tal que éstos puedan expresar todo su potencial de rendimiento. Bajo esta concepción, se promovió el desarrollo de tecnologías de altos insumos y la intensificación productiva como modelo único y universal de producción, sin considerar la heterogeneidad ecológica, cultural y socio-económica del sector agropecuario (Altieri, 1999). Al mismo tiempo, los sistemas de investigación y transferencia tecnológica presentaban una clara separación de objetivos y responsabilidades entre los investigadores que tienen la misión de generar conocimientos y los extensionistas que tienen la misión de transferirlos. El aislamiento de los centros de investigación y desarrollo tecnológico del contexto cultural y socioeconómico del sector agroproductivo hizo fracasar con mucha frecuencia la adopción de las propuestas tecnológicas surgidas en los mismos.
La influencia de la revolución verde en la formación agronómica estuvo apoyada en el racionalismo científico moderno, según el cual, para comprender y conocer los problemas complejos hay que reducirlos a sus partes más simples (Sarandón, 2002). Supone que a partir del análisis individual de cada una de las partes, podrá llegarse luego a la comprensión del todo. En este contexto, la formación profesional se orientó fundamentalmente hacia la agricultura intensiva, altamente dependiente de capital y tecnología de insumos y enfocada al análisis de los componentes individuales por separado: suelo, cultivar, maleza, plaga, nutriente, etc. (Sarandón, 2002). Acorde a este modelo, durante mucho tiempo los planes de estudio estuvieron conformados por numerosas materias inconexas y dictadas por cátedras individuales. Hubo ausencia de instancias de integración efectivas para el análisis de problemas complejos, los cuales desbordan frecuentemente los “nichos” disciplinarios. El perfil profesional, netamente productivista, asociaba el éxito en la profesión casi exclusivamente a la obtención de altos niveles de rendimiento a través de la intensificación de los procesos productivos.
Con el advenimiento de las propuestas difundidas bajo la denominación de agricultura sustentable, los objetivos de la investigación y desarrollo comenzaron a orientarse hacia los procesos e interacciones entre los componentes del sistema, cuyo manejo está subordinado al reconocimiento de las particularidades ecológicas, culturales y socio-económicas de cada región y sistema productivo. La idea subyacente es que, en muchos casos, las tecnologías de insumos pueden ser reemplazadas por tecnologías de procesos y los paquetes tecnológicos universales por estrategias adaptadas a situaciones particulares. Desde esta perspectiva, la tecnificación del agro no siempre es sinónimo de fuertes subsidios energéticos provenientes desde afuera del sistema bajo la forma de insumos y equipos de alta productividad y, por lo tanto, no siempre es sinónimo de grandes inversiones. Las tecnologías de procesos requieren mucho menos inversiones de capital, aunque mucho más conocimiento acerca de la estructura y funcionamiento del agroecosistema. Es por ello que la generación y transferencia de conocimientos deben ser considerados como partes inseparables de un proceso único. Bajo esta concepción, los investigadores, extensionistas y productores deben participar conjuntamente en las instancias de validación tecnológica a través de la experimentación adaptativa.
La formación agronómica está orientada hacia una agricultura que combina el respeto por los límites que impone el medio ambiente con los legítimos intereses socio-económicos del productor agropecuario. Para ello, el perfil profesional debe incluir un mayor compromiso con la preservación de la base ecológica que sustenta a los sistemas productivos. El enfoque reduccionista de componentes individuales requiere ser complementado con un mayor desarrollo del enfoque sistémico, a fin de que el nuevo profesional pueda ser capaz de interpretar y manejar las interacciones entre ellos y orientar los flujos de materia y energía para optimizar la eficiencia ecológica del agroecosistema. La formación profesional basada en estos principios sólo es posible si desde los núcleos académicos (cátedras, áreas o departamentos) se proyectan instancias de integración frecuentes y efectivas para el análisis de problemas complejos. Esto exige un salto a planos interdisciplinarios, sin que ello signifique una pérdida de identidad disciplinaria. En este contexto, la ecología como ciencia básica, debe seguir aportando el sustento conceptual fundamental de la agricultura sustentable, pero ahora orientando sus teorías y métodos hacia una mayor comprensión de la problemática agroecológica.
Escenarios futuros
A partir de los supuestos previamente presentados, los cuales asumen la existencia de dos paradigmas en pugna, la transición hacia una nueva etapa de ciencia normal admite al menos tres hipótesis básicas, las cuales se exponen esquemáticamente en la figura 2.
La hipótesis 1 anticipa la persistencia de la vigencia del paradigma de la Revolución Verde, mientras que los principios de la Agricultura Sustentable tienden a desaparecer sin lograr imponerse como paradigma de reemplazo. A pesar de las anomalías de la Revolución Verde, esta hipótesis cuenta a favor con la fortaleza de la economía de mercado y del principio de la sustitución de recursos naturales por capital (Tisdell, 1997). Este principio, promulgado inicialmente por Simon (1981) asume que el ingenio del hombre para desarrollar tecnología puede compensar la declinación de los recursos naturales y expandir de manera ilimitada la capacidad de sustentación de la vida humana sobre el planeta.
La hipótesis 2 plantea un proceso contrario al anterior, donde se produce efectivamente un completo reemplazo de paradigmas que debería conducir a una nueva etapa de ciencia normal dominada exclusivamente por los principios de la Agricultura Sustentable. El cumplimiento de esta hipótesis es probable en la medida que la concientización ambiental de las sociedades humanas promueva un giro sustancial en el modelo económico imperante. Frente al modelo neo-clásico, la economía ecológica sostiene que el agotamiento de los recursos naturales es irreversible y que la sustitución tecnológica sólo puede compensar en parte la pérdida de capacidad del planeta para sostener de supervivencia y desarrollo de las sociedades futuras (Cleveland y Ruth, 1997).
A pesar de las bondades del ecodesarrollo, es difícil pronosticar un vuelco absoluto de la economía tradicional a la economía ecológica. Es por ello que, una alternativa más realista está representada por la hipótesis 3. Esta plantea una solución de compromiso, asumiendo que existen aspectos valiosos de la Revolución Verde que podrían rescatarse en el marco de la Agricultura Sustentable. Así, por ejemplo, los planteos en base a cultivares de alto potencial de rendimiento apoyados con herbicidas y fertilizantes podrían seguir utilizándose siempre y cuando estén enmarcados en un plan de rotaciones que permita recuperar la salud físico-química del suelo. Los plaguicidas sintéticos también podrían mantenerse si son utilizados con un sentido estratégico en esquemas de manejo integrado de plagas, sustentados en el conocimiento de la dinámica poblacional de estas últimas y del funcionamiento global del agroecosistema.
En líneas generales, la articulación entre ambos paradigmas podría darse de la manera que se propone en la figura 3. Según este modelo, los principios de la Agricultura Sustentable conformaran la base de una estrategia de desarrollo que atraviesa los diferentes niveles de la jerarquía de los sistemas agropecuarios. Cada uno de estos niveles posee propiedades emergentes (Hart, 1985) y su planificación basada en los principios de la Agricultura Sustentable conforma una matriz científico-tecnológica y filosófica donde podrán insertarse aquellas prácticas de la Revolución Verde que, aplicadas en este marco, no comprometerían la base ecológica que sostiene la producción agropecuaria.
Bibliografía
ALTIERI, M. 1999. Agricultura tradicional y la conservación de la biodiversidad. En: Matteucci, Solbrig, Morello y Halffter (eds.). Biodiversidad y uso de la tierra. Conceptos y ejemplos de Latinoamérica. Cap 5: 71-83. EUDEBA, Col. C.E.A. 24.
CLEVELAND, C.J. and M. RUTH. 1997. When, where and by how much do biophysical limits constrain the economic process? A survey of Nicholas Georgescu-Roegen’s contribution to ecological economics. Ecological Economics 22: 203-223.
HART, R.D. 1985. Conceptos básicos sobre agroecosistemas. Serie Materiales de Enseñanza Nº 1. Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza. Turrialba, Costa Rica.
KHUN, T.S. 1992. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, México.
SARANDÓN, S. (ed.). 2002. Agroecología. El camino hacia una agricultura sustentable. Ediciones Científicas Americanas. La Plata.
SIMON, J. 1981. The ultimate resource. Princeton University Press, New York.
TISDELL, C. 1997. Capital/natural resource substitution: the debate of Georgescu-Roegen (through Daly) with Solow/Stiglitz. Ecological Economics 32: 289-291.
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